El núcleo de la vida surge de la luz, no nos referimos a la luz que ilumina los objetos, es conciencia pura, la llamamos luz por su alta vibración, pero se asemeja mas al agua por su densidad, agua viva, luz de vida.
En su estado natural crea la realidad al asociarse con estructuras que contengan algún orden, utiliza la memoria pero no genera recuerdos, sin recuerdos no hay pasado, sin pasado no hay futuro, presente continuo atemporal y eterno ya que al carecer de identidad no esta sujeta a transformaciones ni cambios.
Cuando el núcleo esencial adopta una identidad, un YO procede a interactuar con el entorno, genera experiencias de cambio, lo cual requiere de procesos generando el tiempo y el espacio.
El núcleo se ve invadido por una estructura densa que lo envuelve y emite una fuerte radiación vibratoria muy intensa que resulta extremadamente desagradable.
Esa sensación interna, nos impide acceder a nuestro centro interior, nos crea un malestar continuo que incesantemente intentamos calmar con elementos externos,bien sensaciones, emociones,o acciones, pero la sensación aparece de nuevo generandonos una irritación que debemos calmar continuamente y nos impide estar en paz.
Para calmarla surgen los deseos y rechazos sobre lo que observamos, ya que nos impulsa continuamente y de forma compulsiva a poseer.
Cuando se alcanza la paz interior o silencio interno esa irritación cesa, el impulso inquieto de movimiento cesa, el dialogo interno cesa, de forma súbita sentimos una profunda sensación de calma y paz que no guarda relación con el entorno, ni con lo que parece suceder exteriormente, sea lo que sea lo que ocurra no puede alterar esa calma.
No somos conscientes de esa irritación ya que crecemos con ella y parece ser el estado natural de lo que somos.
Pero al detenerse se abre el acceso al núcleo interior, fluyendo una sensación de liberación como jamas antes habías sentido, una paz que supera todo razonar.
La fiesta de la Luz
Hace 4 años
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