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jueves, 29 de mayo de 2014

DETENER EL TIEMPO

El tiempo es una ilusión conceptual, que utilizamos para definir la interacción de determinadas estructuras.
Se comprende mas fácilmente con el concepto de Peso, creemos que las cosas tiene un peso especifico, sin embargo, el peso es un concepto que utilizamos para definir y simplificar algo observable,dependiendo de la masa del objeto, la influencia del eje gravitacional de la tierra, lo atrae hacia su centro, lo que denominamos peso, es la resistencia que ejercemos para impedir que el objeto sea arrastrado hasta el núcleo de la tierra, pero como es medible, le otorgamos existencia. El mismo objeto en el espacio pierde todo su peso.  Cuando medimos el tiempo, en realidad lo que medimos es la capacidad de desplazamiento de un objeto sobre su referencia externa.                           

Una fotografía parecería ser un tiempo detenido, es una imagen que se ha utilizado mucho en el cine, mientras unos quedan detenidos, los otros siguen moviéndose, como si ese parón temporal no les afectara. La ilusión de tiempo es la resultante de diversos elementos que interactuan entre si por la incapacidad de comprenderlo, y solo puede ser observada en el momento en el que el observador del conjunto, el cual forma parte de la misma ilusión desaparece, llevándose consigo lo conceptual.
 Al desaparecer tanto el tiempo como el espacio, lo que se observa son todos los elementos que antes interactuaban conjuntamente, pero por separado e inertes, ya no están todos formando una unidad, sino que cada uno de ellos es una imagen separada e independiente, ubicada dentro de un archivo tridimensional, que se enlazan entre ellos por unos haces de luz, seis en total, cuatro laterales, uno anterior, y otro posterior, con el resto de imágenes inertes que antes formaban tu mundo, en el que ubicabas de forma interactiva, y que te representaba mediante una imagen de ti mismo.
Cuando observas, ya fuera de ese inmenso archivo de imágenes, con el que no te identificas, la comprensión de tu ser como la Luz que daba vida,

 enlazaba y coordinaba todas las imágenes, dándoles estructura, movimiento y secuencia, se hace clara y evidente, el posicionamiento, ante la realidad que te envuelve se ha trasmutado, tu función como creador surge de la evidencia misma, del echo del propio existir.
El reconocimiento de tu propio ser, es de por si, la realización de ese mismo estado de ser.

sábado, 17 de mayo de 2014

AMOR VERDADERO - AMOR CONCEPTUAL

El amor verdadero, es un estado en si mismo,
Se comunica con todo de forma perfecta,
Reconoce a todo como parte de si mismo.
Para crear un símil imaginemos dos vasos de agua, si vertemos el contenido del agua de un vaso, en el agua del otro vaso ¿ Mojará el agua del primer vaso al agua del segundo?.
Ambos vuelven a integrarse como uno solo.
El amor es uno y no conoce a otros ni opuestos.
No puede amar a otro, puesto que no hay otro, por lo tanto carece de "acción", función que gramaticalmente, dentro de una oración denominamos " verbo", ya que es un todo en si mismo, siente ese amor por si mismo, pero no hace nada, ya que carece de acción.
Desconoce el temor y sus asociados, ya que a que le iba a temer ¿a si mismo? seria absurdo.
Existe siempre en la perfección, ya que al carecer de referencias externas, no puede haber comparación, ni juicio, por lo tanto lo que ES, es, perfección, al ser lo único que hay.
El amor conceptual, proviene de una distorsión o error original.
Parte de la mente se ha disociado de si misma, y no reconoce lo que antes era parte de ella misma, eso le hace perder la cualidad del amor, generando el primer concepto, EL OTRO, ya que pierde la comunicación perfecta consigo misma, como un todo, en su estado de conflicto latente, ya que no puede dejar de ser lo que ES, y al mismo tiempo, cree ser otra cosa, lo cual sucede simultáneamente.
Eso genera una distorsión mental de tal magnitud, que se manifiesta en todo su entorno, busca el amor en otros, sin tener conciencia que la existencia de otros, depende de que no los ame, es un equilibrio tan desesperadamente demencial, que el conflicto esta siempre asegurado.
No puede dejar de amar, y al mismo tiempo le es imposible amar, su miedo a dejar de ser lo que cree ser se lo impide.

HACKERS DE LA MENTE

En el mundo de la informática, un hacker es una persona que entra de forma no autorizada a computadoras y redes de computadoras. Su motivación varía de acuerdo a su ideología: fines de lucro, como una forma de protesta o simplemente por la satisfacción de lograrlo.
Los grandes Hackers de la historia fueron Buda y Jesús, ya que fueron capaces de acceder a su propio sistema mental, descifrarlo y poder realizar modificaciones en la estructura de la realidad.
Demostrando así que toda realidad tiene que ser resultado de procesos mentales, y que al comprender los mismos es posible invertir los procesos de causa y efecto.
De esta forma dejaron de ser el efecto de un sistema, para convertirse en la causa de los mismos.
Jesús en sus fases avanzadas se facultó en los principios de básicos de creación,pues los milagros violan todas las leyes de la realidad, tal como este mundo la juzga. Las leyes del tiempo y del espacio, del volumen y de la masa son transcendidas.
Todo sistema tiene una fuente de la que se origina, la cual enlaza origen y final del mismo, transformándolo en elementos circulares cerrados, donde el principio y el fin se unen, no permitiendo salir del mismo.
La base de un sistema fiable es "la certeza" evidentemente la certeza de la realidad en la que existimos es la Muerte, representa lo único cierto de lo que no podemos escapar.
Jesús siempre buscó demostrar la falsedad de dicha certeza,a partir del momento que comprobó que podía efectuar cambios, en los elementos de la realidad que lo circundaban, su capacitación fue en aumento, primero transmuto materias (agua-vino)dominaba elementos,curaba los enfermos, llegando a resucitar a los muertos.
Tras la resurrección de Lázaro se dio cuenta, que podía realizarlo, pero para demostrarlo mas allá de toda duda, debía hacerlo de forma que todos pudiera verificar que se había realizado, ya que con Lázaro se podía pensar que estaban de acuerdo y que era un truco.
Empezó como un Rey a lomos de un borrico, todos lo vitoreaban, cuando con sutil ironía demostraba la ignorancia de aquellos que gobernaban, la imagen de un burro siempre ha sido una imagen muy clara que alude a la ignorancia,la mezcla de Rey y burro fue muy elocuente.
Curiosamente los mismos que lo vitoreaban, fueron los que en pocos días lo crucificaron,tras anunciar en su ultima cena lo que iba a ocurrir.
Nadie podía dudar de su muerte, ante todos demostró lo mas difícil, no solo que podía resucitar a los muertos, sino que después de muerto se podía resucitar a si mismo.
Abrió una brecha en la infabilidad de la muerte, una puerta, o vía de escape en la certeza que sostiene a un sistema, debilitándolo, al mostrar un camino para salir de él, que conduce a la verdadera vida, en la cual la muerte no tiene lugar de existir.

viernes, 16 de mayo de 2014

REALIDAD SIMULADA












Disimular es fingir no tener lo que se tiene. 
Simular es fingir tener lo que no se tiene. Lo uno 
remite a una presencia, lo otro a una ausencia. 
Pero la cuestión es más complicada, puesto que 
simular no es fingir: «Aquel que finge una enfer- 
medad puede sencillamente meterse en cama y 
hacer creer que está enfermo. Aquel que simula 
una enfermedad aparenta tener algunos sínto- 
mas de ella». Así, pues, fingir, o disimu- 
lar, dejan intacto el principio de realidad: hay 
una diferencia clara, sólo que enmascarada. Por 
su parte la simulación vuelve a cuestionar la 
diferencia de lo «verdadero» y de lo «falso», de 
lo «real» y de lo «imaginario». El que simula, 
¿está o no está enfermo contando con que os- 
tenta «verdaderos» síntomas? Objetivamente, 
no se le puede tratar ni como enfermo ni como 
no–enfermo. La psicología y la medicina se de- 
tienen ahí, frente a una verdad de la enfermedad 
inencontrable en lo sucesivo. 
el asunto remite a la religión y al simulacro de la divinidad: 
 «Prohibí que hubiera imágenes en los templos 
porque la divinidad que anima la naturaleza no 
puede ser representada.» Precisamente sí puede 
serlo, pero ¿qué va a ser de ella si se la divul- 
ga en iconos, si se la disgrega en simulacros? 
¿Continuará siendo la instancia suprema que 
sólo se encarna en las imágenes como represen- 
tación de una teología visible? ¿O se volatilizará 
quizá en los simulacros, los cuales, por su cuen- 
ta, despliegan su fasto y su poder de fascina- 
ción, sustituyendo el aparato visible de los ico- 
nos a la Idea pura e inteligible de Dios? Justa- 
mente es esto lo que atemorizaba a los icono- 
clastas, cuya querella milenaria es todavía la 
nuestra de hoy. Debido en gran parte a que pre- 
sentían la todopoderosidad de los simulacros, la 
facultad que poseen de borrar a Dios de la con- 
ciencia de los hombres; la verdad que permiten 
entrever, destructora y anonadante, de que en el 
fondo Dios no ha sido nunca, que sólo ha existi- 
do su simulacro, en definitiva, que el mismo Dios 
nunca ha sido otra cosa que su propio simula- 
cro, ahí estaba el germen de su furia destruc- 
tora de imágenes. Si hubieran podido creer que 
éstas no hacían otra cosa que ocultar o enmas- 
carar la Idea platónica de Dios, no hubiera exis- 
tido motivo para destruirlas, pues se puede vi- 
vir de la idea de una verdad modificada, pero su 
desesperación metafísica nacía de la sospecha 
de que las imágenes no ocultaban absolutamente 
 nada, en suma, que no eran en modo alguno imá- 
genes, sino simulacros perfectos, de una fasci- 
nación intrínseca eternamente deslumbradora. 
Por eso era necesario a toda costa exorcisar la 
muerte del referente divino. 
Está claro, pues, que los iconoclastas, a los 
que se ha acusado de despreciar y de negar las 
imágenes, eran quienes les atribuían su valor 
exacto, al contrario de los iconólatras que, no 
percibiendo más que sus reflejos, se contenta- 
ban con venerar un Dios esculpido. Inversamen- 
te, también puede decirse que los iconólatras 
fueron los espíritus más modernos, los más aven- 
tureros, ya que tras la fe en un Dios posado en 
el espejo de las imágenes, estaban representan- 
do la muerte de este Dios y su desaparición en 
la epifanía de sus representaciones (no ignora- 
ban quizá que éstas ya no representaban nada, 
que eran puro juego, aunque juego peligroso, 
pues es muy arriesgado desenmascarar unas 
imágenes que disimulan el vacío que hay tras 
ellas). 
Así lo hicieron los jesuitas al fundar su po- 
lítica sobre la desaparición virtual de Dios y la 
manipulación mundana y espectacular de las 
conciencias —desaparición de Dios en la epifa- 
nía del poder—, fin de la trascendencia sirvien- 
do ya sólo como coartada para una estrategia 
liberada de signos y de influencias. Tras el ba- 
rroco de las imágenes se oculta la eminencia 
gris de la política. 
 Así pues, lo que ha estado en juego desde 
siempre ha sido el poder mortífero de las imá- 
genes, asesinas de lo real, asesinas de su pro- 
pio modelo, del mismo modo que los iconos de 
Bizancio podían serlo de la identidad divina. 
A este poder exterminador se opone el de las 
representaciones como poder dialéctico, media- 
ción visible e inteligible de lo Real. Toda la fe 
y la buena fe occidentales se han comprometido 
en esta apuesta de la representación: que un 
signo pueda remitir a la profundidad del sentido, 
que un signo pueda cambiarse por sentido y que 
cualquier cosa sirva como garantía de este cam- 
bio —Dios, claro está. Pero ¿y si Dios mismo 
puede ser simulado, es decir reducido a los sig- 
nos que dan fe de él? Entonces, todo el sistema 
queda flotando convertido en un gigantesco si- 
mulacro —no en algo irreal, sino en simulacro, 
es decir, no pudiendo trocarse por lo real pero 
dándose a cambio de sí mismo dentro de un cir- 
cuito ininterrumpido donde la referencia no exis- 
te. 
 Al contrario que la utopía, la simulación par- 
te del principio de equivalencia, de la negación 
radical del signo como valor, parte del signo 
como reversión y eliminación de toda referen- 
cia. Mientras que la representación intenta ab- 
sorber la simulación interpretándola como falsa 
representación, la simulación envuelve todo el 
 edificio de la representación tomándolo como 
simulacro. 
Las fases sucesivas de la imagen serían és- 
tas: 
— es el reflejo de una realidad profunda 
— enmascara y desnaturaliza una realidad 
profunda 
— enmascara la ausencia de realidad pro- 
funda 
— no tiene nada que ver con ningún tipo de 
realidad, es ya su propio y puro simula- 
cro. 
En el primer caso, la imagen es una buena 
apariencia y la representación pertenece al or- 
den del sacramento. En el segundo, es una mala 
apariencia y es del orden de lo maléfico. En el 
tercero, juega a ser una apariencia y pertenece 
al orden del sortilegio. En el cuarto, ya no co- 
rresponde al orden de la apariencia, sino al de 
la simulación. 
El momento crucial se da en la transición 
desde unos signos que disimulan algo a unos 
signos que disimulan que no hay nada. Los pri- 
meros remiten a una teología de la verdad y del 
secreto (de la cual forma parte aún la ideología). 
Los segundos inauguran la era de los simulacros 
y de la simulación en la que ya no hay un Dios 
que reconozca a los suyos, ni Juicio Final que 
separe lo falso de lo verdadero, lo real de su re- 
 surrección artificial, pues todo ha muerto y ha 
resucitado de antemano. 
Cuando lo real ya no es lo que era, la nos- 
talgia cobra todo su sentido. Pujanza de los mi- 
tos del origen y de los signos de realidad. Pujan- 
za de la verdad, la objetividad y la autenticidad 
segundas. Escalada de lo verdadero, de lo vivi- 
do, resurrección de lo figurativo allí donde el ob- 
jeto y la sustancia han desaparecido. Producción 
enloquecida de lo real y lo referencial, paralela 
y superior al enloquecimiento de la producción 
material: así aparece la simulación en la fase 
que nos concierne —una estrategia de lo real, 
de neo–real y de hiperreal, doblando por doquier 

una estrategia de disuasión. 

Texto de Jean Baudrillard
Del libro Cultura y Simulacro

sábado, 10 de mayo de 2014

DISOCIACION CONCEPTUAL.-

Los conceptos son construcciones o imágenes mentales, por medio de las cuales comprendemos las experiencias que emergen de la interaccion con nuestro entorno.
Estas construcciones surgen por medio de la integración en clases o categorias, que agrupan nuestros nuevos conocimientos y nuestras experiencias con los conocimientos y experiencias almacenadas en la memoria.
En su estado original, la mente no puede concebir conceptos,
ya que no hay estructura referencial que los origine, no hay un YO conceptualizador.
En la unicidad, estado anterior a la dualidad, no existe una relación con el entorno, todo es uno y sucede en si mismo.
Para poder emitir un juicio, tiene que haber algo que enjuicia y algo que es enjuiciado, por lo tanto tiene que haberse producido un disociación entre lo que crea y lo creado.
En esa disociación surge el error original que distorsiona la realidad, lo cual permite, yá, que una cadena de errores se sucedan como consecuencia de la situación anómala que se produce.
Cuando la parte de la mente que se ha disociado se vuelve inestable, experimenta una sensación difusa de malestar generando el primer concepto, La Culpa.
Eso hace que se aleje de la fuente de origen, que lo podría sanar o recuperar a su estado original, lo cual aumenta aun más su sensación de culpa hasta hacerla insoportable.
Eso genera el segundo concepto, El Miedo, el cual refuerza el anterior, aumentando la dificultad de reconocer el error original.
Para poder atenuar esa sensación, la tiene que proyectar.
Eso genera una segunda disociación, sobre si mismo, generando la fragmentación.
Se genera un opuesto, pero complementario, donde la capacidad de crear es compartida y conjunta.
El ser que surge, siente la Culpa, pero ignora sus causas, lo cual hace que inevitablemente la rechace y la proyecte sobre aquello que observa, sobre causas externas.
Eso permitió la inversión de un sistema de pensamiento, donde pasamos de sentir culpa, a culpar a causas ajenas a nosotros, de la sensación de malestar que sentíamos.
El hecho de culpar a lo ajeno del malestar, impide alcanzar la comprensión de la causa real que genera dicho malestar,
con lo cual se fomenta una situación sin salida que se eterniza al haberse vuelto circular.



jueves, 1 de mayo de 2014

ORIGEN - EL MOLDE O MATRIZ

Toda creación surge de la combinación de varios elementos, los cuales al relacionarse entre ellos, dan lugar a un efecto, que siempre tiene origen en su causa.
La vida en su forma potencial es capaz de generar múltiples estructuras, de muy variadas características.
En ausencia de conceptos, surge la voluntad de algún tipo de creación.
La primera fue la representación de una estructura, en la que al manifestar la perfección, tenia que contener los patrones y secuencias originales, para que todo lo que de ella tendría que surgir, fuese semejante, aunque no igual al original.
La Faz o representación, del rostro original, es la sublimación en el equilibrio original, cada elemento ocupa su lugar, encajando exactamente con los demás, dando como resultado el perfecto  equilibrio.
Al carecer de referencias externas, ya que solo existe la unidad original, la cual no se puede fragmentar, era necesario dar origen a lo conceptual, de ahí surgen las múltiples y diferentes facetas que representan al UNO.
La relación que crea el factor propio y ajeno, surge de la referencia que existe entre el giro y los campos energéticos resultantes de dicho giro.
Todo elemento de energía, al generar movimiento altera su entorno, al efectuar la Faz original un giro completo sobre si misma, había generado doce rotaciones que lo envolvían, como un anillo que presentaba doce ejes concéntricos enlazados todos ellos entre si, mediante una linea continua.
Cada uno de esos doce círculos, presentaba una alteración con respecto al original, que presentaba, aunque de forma particular, uno de los aspectos que configuraban la estructura original, pero al estar en desproporción con respecto a los demás desequilibraba el conjunto.
La unión de los doce aspectos era igual a la unidad y recupera el equilibrio original.
La relación de los doce aspectos entre ellos, crea 144 aspectos, los cuales, al relacionarse entre si pueden llegar al infinito, pero siempre como alteraciones del original perpetuando el desequilibrio del que surge todo conflicto.
De ese patrón de creación surgieron muchas representaciones, astronomicamente los doce horóscopos, en el antiguo testamento las doce tribus de Israel, en la mitología griega los doce dioses.
Arquetipos que se manifiestan una y otra vez y de muchas maneras hasta en los juegos los doce arquetipos están presentes, los doce palos de la baraja, los doce arcanos de tarot,etc...
Existen dos direcciones, la que se extiende, y la de retorno, Jesús intenta establecer la vía de retorno, unificando los doce aspectos al juntar los doce Apóstoles y así reunificar el modelo original, cada personaje tiene su propio carisma, que al unificarse entre si con los demás generan una unión que retornan a la Faz o Cristo.
Un ser único que surge en la unificación de propósito de volver al origen o matriz original donde la mente operaba en un perfecto equilibrio, lo cual genera el ser completo y equilibrado, del cual surgimos todos como alteraciones representativas e incompletas de la totalidad.