Cuando alguien nos regala algo
por que nos quiere,
no se nos ocurre pagarselo;
seria romper la magia
y la belleza de este acto.
De igual manera, si Dios
nos ha regalado la felicidad
¿ Por que insistimos en
tener que pagar un precio
para conseguirla ?
(Me imagino a Dios perplejo
con el paquete en la mano,
compadeciendose de nuestra estupidez.)
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