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miércoles, 27 de enero de 2010

PRESENTE - AHORA


Es lo que separa el pasado del futuro.
Pero si el pasado y el futuro no son nada, nada puede separarlos.
Ya no hay más que la eternidad, que es el presente mismo.
Entre nada y nada: todo.

Es el lugar en que coinciden lo real y lo verdadero, que enseguida se separan (el pasado sigue siendo verdadero, pero ya no real) sin perderse (porque la verdad sigue siendo presente). Quizá sea el espacio mismo, donde el universo eternamente se presenta.

Estar presente es ser o devenir.
El presente dura, es decir, continúa siendo presente, sin dejar de cambiar.
Por eso existe el tiempo, que, mediante el pensamiento, podemos dividir indefinidamente entre pasado y futuro.
El presente, para el pensamiento, es lo que los separa.
Pero este presente abstracto no es entonces más que un instante sin espesor: no una duración, decía Aristóteles, sino el límite entre dos duraciones.
Lo real no carece por eso de menos límites, y es el presente mismo: la continuación indivisible e ilimitada de todo.

Hay que señalar que la memoria y la imaginación forman parte de él.
Vivir en el presente, como decían los estoicos, como dicen todos los sabios, no es vivir entonces en el instante.
¿Quién puede amar sin acordarse de aquellos a quienes ama?
¿O pensar, sin recordar sus ideas?
¿O actuar, sin recordar sus deseos, sus proyectos o sus aspiraciones?
No porque, para ello, exista algo diferente del presente.
¿Quién puede amar, pensar o actuar en el pasado o en el futuro?
Vivir en el presente es simplemente vivir de verdad: es la vida eterna, y no hay otra.
Sólo nuestras ilusiones nos separan de ella, o, mejor, sólo nuestras ilusiones (que participan también de ella) nos producen el sentimiento de estar separados.
«Mientras diferencies entre el nirvana y el samsara —decía Nâgârjuna—, te encuentras en el samsara.»
Mientras diferencies entre el tiempo y la eternidad, te encuentras en el tiempo.
El presente, que es su verdad conjunta, o su conjunción verdadera, es por tanto el único lugar de salvación.
Estamos ya en el Reino: la eternidad es ahora.

FELICIDAD - INFELICIDAD


No busques la felicidad.
Si la buscas no la encontraras,porque buscar es la antitesis de la felicidad.
La felicidad es siempre evasiva, pero ahora es posible liberarse de la infelicidad afrontando lo que hay, en lugar de inventar historias sobre ello.
La infelicidad anula tu estado natural de bienestar y paz interior, la fuente de la autentica felicidad.

viernes, 15 de enero de 2010

LA NATURALEZA DEL AMOR


de Cristina Peri Rossi

Un hombre ama a una
mujer, porque la
cree superior.
En realidad, el amor de ese hombre se funda en la conciencia de la superioridad de la mujer, ya que no podría amar a un ser inferior, ni a uno igual.
Pero ella también lo ama, y si bien este sentimiento lo satisface y colma algunas de sus aspiraciones, por otro lado le crea una gran incertidumbre.
En efecto: si ella es realmente superior a él, no puede amarlo, porque él es inferior.
Por lo tanto: o miente cuando afirma que lo ama, o bien no es superior a él, por lo cual su propio amor hacia ella no se justifica más que por un error de juicio.
Esta duda lo vuelve suspicaz y lo atormenta.
Desconfía de sus observaciones primeras (acerca de la belleza, la rectitud moral y la inteligencia de la mujer) y a veces acusa a su imaginación de haber inventado a una criatura inexistente.
Sin embargo, no se ha equivocado: es hermosa, sabia y tolerante, superior a él.
No puede, por tanto, amarlo: su amor es una mentira.
Ahora bien, si se trata, en realidad, de una mentirosa, de una fingidora, no puede ser superior a él, hombre sincero por excelencia.
Demostrada, así, su inferioridad, no corresponde que la ame, y sin embargo, está enamorado de ella.
Desolado, el hombre decide separarse de la mujer durante un tiempo indefinido: debe aclarar sus sentimientos.
La mujer acepta con aparente naturalidad su decisión, lo cual vuelve a sumirlo en la duda: o bien se trata de un ser superior que ha comprendido en silencio su incertidumbre, entonces su amor está justificado y debe correr junto a ella y hacerse perdonar, o no lo amaba, por lo cual acepta con indiferencia su separación, y él no debe volver
En el pueblo al que se ha retirado, el hombre pasa las noches jugando al ajedrez consigo mismo, o con la muñeca tamaño natural que se ha comprado.

lunes, 11 de enero de 2010

ALEGRIA

Los filósofos que han especulado sobre el significado de la vida y sobre el destino del hombre no han subrayado con la suficiente energía que la naturaleza se ha tomado la molestia de instruirnos sobre este asunto.
Nos advierte con un signo preciso que estamos alcanzando nuestro destino.
Este signo es la alegría.
Digo la alegría, no digo el placer.
El placer no es más que un artificio inventado por la naturaleza para obtener del ser vivo la perpetuación de la vida; pero no señala la dirección en que la vida está lanzada.
En cambio, la alegría anuncia siempre que la vida ha triunfado, que ha ganado terreno, que ha alcanzado una gran victoria: toda gran alegría tiene una acento triunfal.
Pero si tenemos en cuenta esa indicación y seguimos esa línea de hechos, encontramos que donde hay alegría hay siempre creación, y que cuanto más rica es la creación, más profunda es la alegría.