La alienación del espectador en
favor del objeto contemplado (que es
el resultado de su propia actividad
inconsciente) se expresa de este
modo:
cuanto más contempla, menos vive;
cuanto más acepta reconocerse en
las imágenes dominantes de la
necesidad, menos comprende su
propia existencia y su propio deseo.
La exterioridad del espectáculo en
relación con el hombre activo se hace manifiesta en el hecho de que sus propios gestos dejan de ser
suyos, para convertirse en los gestos de otro que los representa para él.
La razón de que el espectador no se encuentre en casa en ninguna parte, es que el espectáculo está
en todas partes.
La fiesta de la Luz
Hace 4 años