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El aparato de televisión de su salón y de su dormitorio está haciendo mucho más que simplemente entretenerle. Antes de seguir, déjenme apuntar algo más acerca del estado alterado de la conciencia. Cuando usted entra en estado alterado de la conciencia, el lado derecho del cerebro toma el control, lo que hace que se segreguen los opiáceos propios del cuerpo humano: encefalinas y beta- endorfinas, químicamente idénticas al opio. En otras palabras, uno se siente bien...y uno quiere tener más.
Unas recientes pruebas llevadas a cabo por el investigador Herbert Krugman mostraron que, mientras mira la televisión, el cerebro del telespectador muestra una actividad del lado derecho que supera a la del izquierdo en dos a uno. Para decirlo más sencillamente: los televidentes están en estado alterado más a menudo que en estado normal. Están consiguiendo su ración de beta-endorfinas.
Para medir el grado de atención, el psicólogo Thomas Mulholland, del hospital de veteranos de Bedford, Massachussets, conectó a jóvenes televidentes a un aparato de EEG que estaba conectado a la TV y la apagaba cada vez que los cerebros de los niños producían una mayoría de ondas alfa. A pesar de que se les dijo a los niños que estuvieran atentos, solo unos pocos pudieron mantener la TV encendida más de 30 segundos. Muchos telespectadores están realmente hipnotizados.
Hacer el trance más profundo es fácil. Una manera sencilla es colocar un fotograma negro cada 32 fotogramas de la película que se proyecta. Esto crea un ritmo de 45 por minuto que solo es percibido por la mente subconsciente: el ritmo ideal para general una hipnosis profunda. Los anuncios o sugestiones que contienen este tipo de proyección son aceptados más fácilmente. El alto porcentaje de espectadores que tienen capacidades sonambulísticas pueden aceptar esas sugestiones como órdenes, siempre que no pidan al espectador que haga algo contrario a su moral, su religión o su autoconservación.
El medio para poseernos está ahí. Para la edad de 16 años, los niños han pasado de 10.000 a 15.000 horas ante la televisión: eso es más tiempo del que pasan en el colegio. En la casa media, la televisión está encendida una media de 6 horas y 44 minutos al día, con un incremento de 9 minutos al año durante la década de los 70. Actualmente es obvio que no están mejorando las cosas...nos movemos rápidamente hacia el mundo en alfa, posiblemente muy parecido al "1984" de Orwell: plácido, ojos vidriosos y respondiendo obedientemente a las instrucciones.
Un proyecto de investigación llevado a cabo por Jacob Jacoby de la Universidad de Purdue, encontró que de 2.700 personas probadas, el 90 por ciento entendieron mal cosas tan sencillas como los anuncios y la serie "Barnaby Jones". Unos minutos después de haberlo visto, el espectador medio contestaba mal de 23 a 36 % de las preguntas acerca de lo que había mirado. Por supuesto ¡estaban entrado y saliendo continuamente de un trance! Si usted entra en trance profundo, debe recibir instrucciones de recordar, de lo contrario olvidará automáticamente.
Solo he tocado la punta del iceberg. Si se combinan mensajes subliminales bajo la música, efectos visuales hipnóticos, ritmos musicales mantenidos inductores de trances...tenemos un lavado de cerebro extremadamente efectivo. Cada hora que usted pasa delante de la TV es usted más sugestionable. Y, en caso de que piense que la ley no permite estas cosas, está equivocado. ¡No lo hace! Hay un montón de gente poderosa que prefiere que las cosas se queden como están. ¿Tal vez tienen algún plan?EN TODA LA HISTORIA DE LA HUMANIDAD, NADIE HA SUFRIDO UN LAVADO DE CEREBRO Y SE HA DADO CUENTA, O HA CREÍDO, QUE LO ESTABA SUFRIENDO. Quienes han pasado por ello por regla general defienden apasionadamente a sus manipuladores, asegurando que solamente les han "enseñado la luz"....o han sido transformados de alguna manera milagrosa.-
Ya desde la antigüedad, San José ha sido, sin lugar a dudas, una de las figuras más extrañas, desconocidas y enigmáticas de toda la Biblia. Así lo han manifestado la práctica totalidad de teólogos y estudiosos de toda la geografía mundial, que no han disimulado su total y absoluto desconcierto entorno al significado de este mítico personaje.
Tampoco han faltado las diferentes manifestaciones sobre las incógnitas que suscita la venerada Virgen Maria, personaje que, a pesar de haber sido magnificado por centenares de millones de personas de los cinco continentes, esconde, tras su sencilla apariencia, un significado más que sorprendente.
¿Quiénes son, pues, estos personajes? ¿Qué significado esconden en realidad?
La respuesta, si bien se ha mantenido oculta durante veinte siglos, se nos muestra extremadamente sencilla y concluyente cuando, decididos, nos sumergimos en las vastas profundidades de las Escrituras.
Reflexionemos.
El mítico San José se nos presenta como un hombre viejo, oscuro y desconocido. Su intervención en el Evangelio es apenas Simbólica, para desaparecer, poco más tarde, sin dejar el más mínimo rastro.
No queda exenta de misterio la Virgen Maria, doncella de extrema juventud y belleza, que deja atónito a todo aquel que intenta comprender su significado. Por último, tenemos a un niño, el niño Jesús.
Mucha atención en el contenido mágico de este pasaje...
"En verdad os digo, que si no os volvéis y os hacéis
semejantes a los niños en la sencillez e inocencia,
no entrareis en el reino de los cielos.”
Mateo 18,3
Fijémonos bien como el Sabio que escribió esta impresionante Alegoría del Evangelio nos hace una seria advertencia: nos asegura que si no cambiamos, es decir, si no cambiamos nosotros y nuestra manera de ser, y nos hacemos sencillos e inocentes COMO los niños, no entraremos jamás en el Reino de los Cielos.
Queda claro, pues, repito, que sólo entrará en el Reino de los Cielos aquel que se haga “sencillo e inocente”. Por lo tanto, ¿quién se hará “sencillo e inocente” si el objetivo que tenemos en la vida, y que encontramos claramente reflejado en las Escrituras, es conseguir nuestra entrada en el Reino de los Cielos? ¿Quien se hará “sencillo e inocente como un niño” si estas son las premisas que se necesitan para poder acceder a él?
Pues está bien claro: sólo el Sabio será quien se hará “sencillo e inocente como un niño”.
¿Y quien es, según las mismas Escrituras, aquel que recibe el calificativo de Sabio?
En las Escrituras, el Sabio es aquel que toma la acertada decisión de “casarse” con la Sabiduría. Una Sabiduría, que, por supuesto, nos llega representada tras la supuesta apariencia de un personaje real, pero, que en realidad, no lo es.
Desvelémoslo...
“Porque ella (la Sabiduría) le saldrá al encuentro
cual madre respetable, y cual virgen desposada le recibirá.”
Eclesiástico 15,2
Una vez más, me veo obligado a insistir que el significado real de las mujeres que aparecen a las Escrituras no son personas del sexo femenino, sino “Mujeres”, es decir, aquello que conocemos como Principio Femenino y que popularmente definimos como Sentimientos y/o Emociones.
No podemos olvidar que las Emociones sólo seducen a los más ignorantes; pues, jamás conoceremos Sabio alguno que se encuentre sometido a ningún tipo de Emoción. El Sabio ignora aquellas “Mujeres” de extremada belleza como lo son la Euforia y la Alegría que nos seducen cuando las cosas nos han salido como queríamos, y rechazan, con la misma firmeza, aquellas otras tentadoras “Mujeres” como la Ira, la Cólera, la Tristeza y/o la Depresión cuando la suerte les ha girado la espalda.
Ellos, ignoran a las Emociones, y cuando el ”Hombre”, término utilizado para referir al Pensamiento, ignora al Sentimiento, este, siempre referido por “la Mujer”, ésta, queda “Virgen” y es el término utilizado en Simboliza para referir a la Sabiduría.
Y es, precisamente, que es a esta “Virgen” a quien hemos de aprender a querer...
“Procurar instruirse, es amar a la Sabiduría,
amarla, es guardar sus leyes.”
Sabiduría 6,17
...pues amarla, es lo que da lugar a lo que se conoce como “Sagrado Matrimonio”. Es decir, la unión entre el Hombre y la Sabiduría. De ahí la necesidad de no “Adulterar”.
”No abandones la Sabiduría,
porque ella será tu protectora,
ámala, y ella será tu salvación.”
Proverbios 4,8-9
Recapitulemos.
Tenemos tres personajes de gran contenido Simbólico.
De un lado tenemos a San José, un hombre muy viejo, oscuro, de quien prácticamente no sabemos nada, y que, de golpe, desaparece de las Escrituras sin dejar más rastro, y sin volver ya a ser mencionado.
Tenemos, también, a Maria, una “Virgen”, que como muy bien explican las propias Escrituras, es el término empleado para Simbolizar a la Sabiduría.
Y para finalizar tenemos a un niño, el niño Jesús.
¿Recordamos el venerado pasaje de Mateo?
"En verdad os digo, que si no os volvéis y os hacéis
semejantes a los niños en la sencillez e inocencia,
no entrareis en el reino de los cielos.”
Mateo 18,3
¿Quiénes son, pues, estos tres personajes?
Pues, en realidad, es muy sencillo.
No estamos hablando de una familia real, todo es Simbólico, ninguno de estos tres venerados personajes existió en realidad. Es el propio José quien, al tomar por “esposa” a la “Virgen”, es decir, a la Sabiduría, cambia y se hace “sencillo e inocente” cómo... un niño.
Repito: COMO “un niño”.
!No habla del nacimiento real de una persona! Habla, claramente, y sin espacio al error, de la necesidad de cambiar y hacerse sencillo e inocente como un “niño”.
Analicemos qué pasajes tan importantes que tenemos para poder resolver el misterio de la Sagrada Familia de una vez por todas...
“No mintáis los unos a los otros, en suma,
desnudaos del hombre viejo con sus acciones.
Y vestios del nuevo, de aquel que por el conocimiento
de la fe se renueva según la imagen del Señor que le crió.”
Colosences 3,9-10.
“El hecho es, que respecto de Jesucristo ni la circuncisión, ni
la no-circuncisión valen nada, sino lo que vale es el ser
una nueva criatura.”
Gálatas 6,15
“Limpiaros, pues, de la vieja levadura,
para que seáis una nueva masa.”
Corintios 5,7
“Convertios y haced penitencia de todas vuestras maldades,
y no serán estas causa de vuestra perdición.
Arrojad lejos de vosotros todas vuestras prevaricaciones
que habéis cometido, y formaros un corazón nuevo,
y un nuevo espíritu.”
Ezequiel 18,30-31
José es un hombre muy viejo, debe renovarse, debe hacerse sencillo e inocente, y esto es precisamente lo que hace, cuando, tras las dudas iniciales, acaba por tomar por “esposa” a la Sabiduría. Lo que hace José es renovarse interiormente, convirtiéndose así, en un niño, en el niño Jesús.
“A desnudaros del hombre viejo según el cual habéis vivido
en vuestra vida pasada, el cual se vicia la ilusión de las pasiones.
Renovaos pues ahora en el espíritu de vuestra mente o interior
de vuestra alma. Y revestios del hombre nuevo, que ha sido criado
conforme a la imagen de Dios en justicia y santidad verdadera.”
Efesios 4,22-24.
“Y no queráis conformaros con este siglo;
antes bien transformaos con la renovación de vuestro espíritu.”
Romanos 12,2
Queda claro, pues, que aquellos personajes que tantas pasiones han despertado en buena parte de la sociedad occidental y que han sido conocidos y presentados como personajes reales y bautizados con los nombres de José y Jesús, son, en realidad, la misma persona.
Menudo alboroto ha causado una simple alegoría