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domingo, 27 de diciembre de 2009

NIHILISMO


El nihilista es aquel que no cree en nada (nihil), ni siquiera en lo que es. El nihilismo es como una religión negativa: Dios ha muerto, arrastrando con él todo lo que pretendía fundar: el ser y el valor, la verdad y el bien, el mundo y el hombre. Ya no queda otra cosa que la nada, en todo caso nada que tenga valor, nada que merezca la pena ser amado o defendido: todo vale lo mismo, y no vale nada.

El término parece haber sido inventado por Jacobi, para designar la incapacidad de la razón para captar la existencia concreta, que sólo alcanzaría la intuición sensible o mística. La razón, separada de la creencia, es incapaz de pasar del concepto al ser (como prueba la refutación kantiana de la prueba ontológica); sólo puede entonces pensar esencias sin existencia (al disolverse sujeto y objeto en una pura representación), y en este sentido, para Jacobi, todo racionalismo es un nihilismo. En francés, y en una acepción menos técnica, el término fue popularizado por Paul Bourget, que lo definía como «una mortal fatiga de vivir, una lúgubre percepción de la vanidad de todo esfuerzo». Pero fue evidentemente Nietzsche, prolongando la doble influencia de Jacobi y de Bourget, quien le dio sus credenciales filosóficas. La razón no proporciona ninguna razón para vivir: sólo desemboca en abstracciones mortíferas. El racionalismo, también para Nietzsche, es un nihilismo. Pero no es una corriente de pensamiento entre otras: es el universo espiritual que nos aguarda. «Lo que narro —dice Nietzsche— es la historia de los dos próximos siglos. Describo lo que vendrá, lo que no puede dejar de venir: el advenimiento del nihilismo». Estamos en ello. El problema consiste en cómo salir de él.

«¿Qué significa el nihilismo? Que los valores supremos se deprecian —contesta Nietzsche—. Ya no hay respuesta a la pregunta: “¿Para qué?”». Las ciencias, que pretendían reemplazar a la religión, no suministran ninguna razón para vivir: su culto de la verdad no es más que un culto a la muerte. De ahí esta «doctrina del gran hastío: “¿Para qué?” ¡Nada vale la pena!». Nietzsche pretendió soslayarla mediante el esteticismo, o sea, mediante el culto de la hermosa apariencia, del error útil a la vida y de la ilusión creadora («el arte al servicio de la ilusión, ése es nuestro culto»), y ése es el nihilismo actual. Sólo se puede eludir regresando a la verdad del ser, como dirá Heidegger, y de la vida, como pretendía Nietzsche, pero que no es mentira e ilusión, sino potencia y fragilidad, potencia y resistencia (conatus): deseo, en el hombre, y verdad. Lo que equivale a inclinarse más por Spinoza que por Nietzsche, más por la lucidez que por la ilusión, más por la fidelidad que por la «inversión de todos los valores» y, en definitiva, más por la humanidad que por el superhombre. «¿Qué es el nihilismo —pregunta Nietzsche— sino este gran hastío? Estamos fatigados del hombre...». Habla por ti. El nihilismo es una filosofía de la dificultad-para-gozar, la dificultad-para-amar y la dificultad-para-querer. Es la filosofía de la fatiga, o la fatiga como filosofía. Perdieron la capacidad de amar, como dice Freud de los depresivos, y extraen la conclusión de que nada es amable. Los valores sólo pierden su valor para quienes, para poder amar, tienen necesidad de un Dios. Para los demás, los valores siguen valiendo o, mejor, valen de una forma más urgente: porque ningún Dios los funda ni los garantiza, porque sólo valen en la medida del amor que nosotros les otorgamos, porque sólo valen para nosotros y por nosotros, que los necesitamos. Razón de más para servirlos. El relativismo, lejos de ser una forma de nihilismo, es su remedio: que todos nuestros valores sean relativos (a nuestros deseos, a nuestros intereses y a nuestra historia) es una poderosa razón para no renunciar a las relaciones que los hacen ser. No porque la justicia exista hay que someterse a ella (dogmatismo), ni habría que renunciar a ella porque no existiera (nihilismo), sino que es necesario realizarla porque no existe (sino en nosotros, que la pensamos y queremos: relativismo).

Contra el dogmatismo ¿qué? La lucidez, el relativismo y la tolerancia.

¿Y contra el nihilismo? El amor y la fortaleza.

viernes, 25 de diciembre de 2009

RECUPERAR EL AMOR

Que gran vacío queda cuando el amor desaparece y el miedo lo sustituye, que gran pérdida, la de perderse a uno mismo.
La sensación de no poder alcanzar algo que sabes que está en ti, pero que no sabes como llegar.
Desorientado, abatido, frustrado, desistes con gran dolor en tu corazón y te conformas con la realidad que te rodea, coleccionando cosas que jamas llegarán a llenarte.
Hasta que abatido por la desesperación del sinsentido, caminando hacia un horizonte en el que busco la verdad, la autenticidad y cuanto mas camino mas se aleja, finalmente comprendo el engaño de los sentidos, te muestran lo que jamás alcanzaras, que su único objetivo es tenerte caminando, sin que jamas te detengas.
Fuera de tu hogar, lejos de tu medio, harto de caminar sin llegar nunca a ningún lugar, es cuando comprendes que tiene que haber otra forma, otra manera de ser sin que el corazón se te arranque en cada pérdida, en cada desilusión, en cada fracaso.
Esa forma que jamás alcanzaras por ti mismo, necesitas ayuda, lo sientes, lo deseas, necesitas amar desesperadamente y reconoces que no sabes como.
Es un grito interior, un desgarro, una voz que clama en el desierto, una suplica profunda e intensa como jamás corazón humano escucho.
Se transforma en una llamada lanzada al vacío llenándolo con su intensidad, como un mensaje escrito en una botella y lanzado al mar, una suplica fuera de lo posible que alcanza lo imposible, que retorna a ti, como una esperanza, un vago recuerdo de un hogar lejano, pero entrañable y cálido donde el miedo aun no había hecho acto de presencia ni tenia sentido.
Dejas de caminar y te detienes con la esperanza en el corazón, no sabes donde estás, ni donde vas, pero ya no te importa, has dejado de buscar para encontrar, de necesitar para amar.
Encontraste el camino de retorno a casa y según lo recorres otros viajeros van uniéndose a ti.
Así vas viendo que lo que buscabas siempre estaba junto a ti, pero que eras incapaz de verlo, que esperabas que los demás te lo trajeran mientras los culpabas por tus infelicidades.
Empezaste a cambiar en el momento que dejaste de culparles para amarles.




jueves, 24 de diciembre de 2009

EMPEDOCLES


Necios: pues les falta la amplitud de espíritu,
Los que esperan que nacerá lo que antes no existió,O que algo morirá y se aniquilará totalmente.
El hombre sabio no presentirá en su ánimo tales cosas
Que hasta que viven (los que se llaman vivientes),
Mientras tanto son y les afectan males y bienes,
Que antes del nacimiento y después de la muerte los mortales no son nada.

domingo, 13 de diciembre de 2009

PROGRESO


Creer en el progreso es creer en la inferioridad del pasado con relación al presente y al porvenir. (...) La mayor parte de las religiones, por el contrario, sitúan en el origen de las cosas una omnipotencia que conforma al mundo y al hombre a su imagen: por ello difícilmente se entiende un mundo que, desde su origen y habiendo surgido de las manos del creador, fuera imperfecto y malo; parece que para buscar el bien es preciso retornar hacia el comienzo de las cosas, hacia la época en que el mundo era en algún sentido más divino por ser más joven. Recorrer las épocas hacia atrás es aproximarse a Dios. Toda religión se siente obligada por ello a explicar el mal que encontramos en el mundo en virtud de una decadencia, en lugar de explicar el bien que encontramos en él en virtud de un progreso. (...) Toda religión tiende por ello a convertirse en la adoración del pasado.

NIVELES Y CICLOS


  1. La historia se escribe en las estrellas, como un gigantesco soporte de memoria donde todo lo que ya sucedió quedo grabado eternamente.
    Las mismas historias tienden a repetirse ciclicamente cuando la tierra en su discurrir pasa a través de ellas como un lector capaz de descifrar esas viejas memorias que al ser leídas de nuevo vuelven a reproducirse como si de nuevas se tratasen.
    Lo que parece estar ocurriendo ahora ya sucedió y terminó. Vivimos en el pasado y lo hacemos presente, creando una falsa ilusión de realidad.
    La realidad es un presente continuo, no una continuación de un pasado que se hace presente.
    La historia de Jesús-Cristo, es una historia que se repite en innumerables personajes a tres niveles.
    1º.- En las estrellas donde el arquetipo original se grabó.
    2º.- En la tierra donde se representa de distintas formas según el ciclo que corresponda.
    3º.- En el interior de cada ser, donde la historia se desarrolla de forma personal.
    Navidad interior, la mente tiene dos sectores, la parte intuitiva,sensitiva creadora, femenina y la parte lógica,social que vive en el entorno con leyes, consecuencias, analítica y deductora,masculina.
    Solo el sector de la mente que es capaz de engendrar una nueva idea que no proviene del mundo, puede enlazar con la estructura original o Crística de la propia mente.
    La parte masculina debera decidir si apoyar esa idea que parece contradecir su propia estructura mental o apoyarla, tomar partido entre lo que su corazón le dice y lo que su mente le dicta.
    Si la parte de la mente que debe tomar la decisión, niega dicha nueva idea, surge la matanza de esa idea inocente.
    Si decide seguir apoyándola, se refugiara en el subconsciente hasta crecer y desarrollarse y empiece a aflorar en forma de un canal nuevo que comunica con la parte creadora y le aportara una información que surge en la mente del individuo, sin que tenga conciencia en su memoria de que tenia ese conocimiento.
    Finalmente le dará acceso a una nueva memoria que no estaba comprendida entre su nacimiento y el momento que eso ocurra a través de esa nueva conexión que se establece entre el ser que antes creía ser y su ser autentico.
    Si tenemos en cuenta que toda identidad surge de la estructura de la memoria, que son nuestros recuerdos y experiencias las que nos dicen quien somos y donde estamos.
    Al integrarse la nueva memoria, que no anula la anterior, sino que la integra como parte de una estructura que a su vez esta integrada en otra mayor que la contiene.
    Al recuperar el equilibrio la mente recupera su estado original, también llamado Cristo.
    Con una nueva identidad, el viejo ser muere y resucita en el nuevo, no en un nacimiento de carne, sino de espiritu.